RECUPERAR EL SENTIDO por Alejandro Vaquerizo
RECUPERAR EL SENTIDO por Alejandro Vaquerizo
miércoles, 1 de octubre de 2014
Ya sabemos lo bonito que es querer a todo el mundo, ser feliz, disfrutar plenamente de la vida, vivir el presente, recuperar el sentido de nosotros mismos, de unidad, de saber quienes somos, cuál es nuestro "por qué" en la vida, nuestro dharma, sentirnos plenos. Podríamos poner un montón de buenos propósitos, deseos e ilusión, cada uno los suyos, aunque siempre están los más generales como la paz, la felicidad y el amor, por nombrar sólo algunos.
Las frases tan bonitas que leemos en internet, en libros, revistas, esas tan llenas de significado, de "verdad de la vida", que nos resuenan por dentro, a menudo expresan lo que nos gustaría sentir y hacer, vivir de esa manera. Tienen razón pero en el fondo conseguirlo suena como un poco utópico no? Algunas ideas parece que las llevamos mejor, pero otras, uf!...
Hace poco leía sobre algo que me llamó la atención y me encantó, el "bypass emocional". Parece que en este mundo "espiritual", sólo hay lugar para la sonrisa, el abrazo, el buen gesto, el amor, ... Todo eso es muy bonito claro, quién no pretende eso, a quién no le gusta? Pero somos así en el fondo?, y lo que está dentro de nosotros, eso que martillea y saca la cabeza cuando menos queremos?
A menudo sucede que cuando aquellos tienen que "dar la cara", afrontar un comportamiento más humano, menos "ideal", sea de ellos mismos o de cualquier otro de este mundo "angelical", su repuesta sea poco "espiritual", y a veces hasta muy poco.
Pero en realidad, qué ha pasado? Con esa actitud "signal" echamos tierra, sepultamos nuestras emociones, aquellas que menos nos gustan y nos quedamos con el mundo de yupi donde todo es bonito y la gente se quiere mucho y se dan muchos besitos. Pero eso no es real, eso no es crecer, ni querer, ni evolucionar. Hacer un puente en nuestras "feas emociones", dar de lado a nuestra sombra, sortear nuestros propios obstáculos, está muy lejos de la vía espiritual.
En esta continua búsqueda del yo, otra conocida variante y a menudo compañera de la anterior, es la de no hacer. Y no es el "no hacer" que aprendemos del Tao, sino es la de dar vueltas por los centros de crecimiento personal, leer mucho, meditar o decir que se hace y sobre todo, sonreir todo el rato. Algo que acompaña esa actitud, y lo digo por experiencia, es adornarse uno mismo con un "ego superior", de que yo entiendo y tu no, yo se y tu no, yo estoy en el camino y tu no. Y claro, yo soy mejor que tu. Y así nos plantamos, nos subimos en el trono y a observar cómo la humanidad sufre por sus pecados.
Pero no.
Para conseguir objetivos, si es que de verdad queremos hacerlo, hay que ponerse. Nada se consigue sin esfuerzo, nada se aprende sin practicar y llevamos mucho tiempo vagueando por ahí.
Hasta que no podamos ventilar toda la casa, abrir todas las puertas, dar la cara a la espalda, nadar en nuestro vasto y basto mundo emocional, sumergirnos, escavar, escrutar, buscarnos, intentar llegar a conocernos, ... para, a partir de todo eso, aceptarnos como somos, aunque no nos guste del todo, y luego empezar a querernos. Y más tarde llegar a atisbar eso de "amar al prójimo como a uno mismo" y "no hacerle lo que no nos gustaría que él nos hiciera". Que al final poco más hay. El resto es más de lo mismo.
Claro, suena tan ampuloso, tan elevado, tan místico eso del "amor universal" y todas esas grandilocuentes frases, que lo sentimos muy lejano, poco humano. Y ciertamente lo es, no está a nuestro alcance, desde luego no a corto plazo, pero no por eso no debemos pretender ir hacia allí. Recordad eso de que "la felicidad no está al final de un camino, es una determinada forma de caminar".
A menudo en las charlas y cursos se suelen oír frases entre los asistentes del tipo "si, pero eso es muy difícil". Claro que lo es nadie ha dicho que no, pero más difícil es, para quien ha abierto la tapa de la "consciencia", seguir viviendo como hasta ahora.
En este nuestro momento actual, todo se consigue a golpe de ratón, de pantalla táctil, de satélites inter-especiales, del "ya". Y eso todavía nos aleja más, porque si de verdad queremos aprender a vivir con nosotros mismos, nuestra "marca personal" es la paciencia, la constancia, la actitud, la atención, la intención, la presencia. Día a día, pasito a pasito, poco es mucho, algo es todo. Sólo hay que de verdad querer llegar al cielo, que desde ese mismo momento, el cielo está ya en nosotros.
Deepak Chopra en su magnífico libro "Las 7 leyes espirituales del éxito" nos propone una labor constante, ejercicios, tarea para cada uno de los días de la semana. Es bajar a la tierra, ponerse manos a la obra, aquí en occidente, no en un monasterio alejado de todo "estímulo subversivo". El libro es tan sencillo como instructivo y claro. Poco más hay que decir, unas frases bien dichas, conceptos claros y ya está. El resto, manos a la obra.
A mi se me ocurren las mías, que por ser las mías no son más que eso, las mías. No excluyen a ninguna de las anteriores ni a las que hay escritas en otros tantos lugares porque todas llevan al mismo sitio. Son algunas de las que a mi más me han valido, las que a mi me son más útiles. Repetiré de Chopra o de cualquier otro. En realidad y al final te das cuenta de que hay poco más que leer y mucho por hacer.
Despacio, sin agobios, descansando cuando cada uno lo considere, con humildad, sin alharacas como decía mi padre. En silencio, sin ir de nada. Es "nuestra" guerra, la de ningún otro. No es mejor ni peor ni más difícil ni más fácil. Para el de al lado estará chupado porque esas asignaturas ya las aprobó, pero para nosotros son las que tenemos que estudiar, para eso estamos aquí. Y a nosotros nos pasará lo mismo con las de él.
Os propongo:
1.- Vigilar los pensamientos, estar atentos a lo que se nos pasa por la cabeza, ser conscientes de qué pensamientos son útiles y cuáles no. Tomar ese día las riendas de nuestra mente, ser nosotros los creadores de nuestros pensamientos y no nuestros pensamientos los hacedores de nuestra conducta. Yo soy más que mis pensamientos, estoy por encima de ellos.
2.- Otro día eliminar las formas de verbo en condicional. Los "debería, tendría, habría", ... Los condicionales "condicionan" la vida, la nuestra y la de otros. Las cosas no son como deberían ser, son como son y yo he dicho que lo que he dicho y no lo que tendría que haber dicho. Y ese ha hecho lo que ha hecho, no lo que yo creo tendría que haber hecho.
De esa manera aceptaré más lo que es, lo que ha sucedido, no lo que a mi me habría parecido y seré consecuente con mis actos, ya que lo hice en ese momento concreto y eso no se puede cambiar. No tiene sentido seguir dándole vueltas a nada que pasó, excepto como lección. Me situaré en el aquí y el ahora, sin mirar tanto atrás, sin justificarme o culparme.
3.- Hoy devolveré cada gesto, sea del tipo que sea (uno que nos pita en el coche, un compañero de trabajo, el dependiente) con una sonrisa. Aportaré para mi mismo y para el mundo ese sencillo gesto que ilumina la cara.
Practicándolo un poco cada día nos llenaremos poco a poco de alegría y la contagiaremos.
4.- Este día evité preocuparme. Me centraré en este momento, sin pensar en lo que va a pasar, sin llenarme la cabeza con problemas que la mayoría de las veces ni suceden. Sin dejar de vivir ahora por lo que temo va a pasar. Mañana será el resultado y la consecuencia de lo que haga hoy, nada más, así que haré por estar donde tengo que estar y de hacerlo lo mejor posible. Y lo que suceda lo tomaré como venga y me "ocuparé" en ese momento, si sucede.
5.- Hoy practicaré cambiar el "no hay que", "tengo que", por "voy a" y "quiero". Hacemos lo que hemos elegido y lo hacemos lo mejor posible. Asumiré que nuestras circunstancias nos "obligan" a hacer ciertas cosas y no pasa nada porque obtenemos otras a cambio, pero no las veré como una obligación sino como una elección consciente. Si no me gusta lo que hay y dentro de la aceptación, intentaré poner todo de mi parte por cambiarlo. La otra opción es no hacerlo, practicar decir que no y no hacer lo que de verdad no quiero hacer.
6.- Observar el mundo en reflexivo. Nos guste o no, somos los auténticos responsables de, por no decir todo, la mayoría de lo que nos pasa en nuestra vida y es muy útil verlo desde ese prisma, desde el que ve la vida como sumo hacedor y transformador.
Nadie me grita, yo lo permito. Nadie me engaña, yo me dejo engañar. Nadie me maltrata, yo no pongo remedio. Tantas y tantas circunstancias externas de nuestra vida son provocadas o permitidas por nosotros que mejor no echarle la culpa a los demás y una vez más mirar hacia dentro. Por qué lo busco?, por qué no lo impido?, por qué lo hago así? Esas si son las verdaderas preguntas no las que le echan la culpa a los demás de mis desgracias.
7.- Durante este día quitaré de mi vocabulario las palabras "bueno" y "malo". En realidad sólo son las etiquetas que mis creencias sobre algo colocan. Por tanto es meramente un juicio parcial de la realidad, de la creación, de la evidencia, de lo que es.
Si lo pensamos, en ocasiones lo malo hoy mañana resultará que nos ha traído beneficios y lo bueno al final resultará ser un fiasco. Por tanto dejaré de ilusionarme por lo que me ha pasado y no me quejaré por lo contrario. Lo único constante es el cambio, así que todo fluctuará inevitablemente en un vaivén imparable y eterno. Recordar esta frase "a menudo lo que queremos no es lo mejor para nosotros", o esta, "ten cuidado con lo que pides porque a veces se cumple".
También no le pondré etiquetas a lo que hagan los demás. Si algo en concreto no lo puedo entender en absoluto, lo tomaré como eso, algo que no soy capaz de entender, sin más.
7 días, 7 propósitos. El camino es para andarlo. Sólo con intentarlo ya lo estás haciendo. Suerte.
Siguiendo la misma línea, reflexiones sobre cómo llevar a cabo el trabajo interior, la forma de vivir mejor y de llegar a encontrarnos con nosotros mismos mediante unos útiles hábitos cotidianos.