MEDITAR por Alejandro Vaquerizo
MEDITAR por Alejandro Vaquerizo
domingo, 12 de abril de 2015
Qué es la meditación? Es sentarse en un lugar cómodo, con la espalda recta y en la medida de lo posible sin mucho estímulo auditivo. Desde ahí cerramos los ojos y nos observamos y ... poco más. Quedarnos ahí unos minutos, en ese preciso momento, sin futuro y sin pasado. Sólo siendo lo que somos, testigos de nosotros mismos en un eterno y a la vez fugaz presente.
Algo tan aparentemente fácil y por ende, una de los objetivos más difíciles de conseguir, que llena páginas, libros, centros y maestros por todo el mundo y cualquier religión durante siglos. Por qué?
Ah, el encuentro con uno mismo. De verdad lo queremos? estamos preparados? qué obtenemos a cambio tan "valioso"?
Meditar en principio es no hacer, pero para no hacer hay que hacer algo porque siempre estamos haciendo, siempre está pasando algo. El cuerpo se mueve, se manifiesta, se tensa, se agita, ... y lo peor de todo, no para de pensar. No hacer no quiere decir que haya que hacer nada, sino conseguir que nada de lo que suceda sea yo, que yo no acabe siendo nada de lo que está pasando, ni dentro ni fuera de mi. Que pueda llegar a ser alguien que está más allá de cualquier actividad externa e interna. Me explicaré.
Indudablemente la actividad más importante que sucede cuando uno está intentando meditar, es el pensamiento. Nuestro "otro yo" no para incansablemente de sacarnos del ahora y llevarnos por ese incansable viaje de lo que va a venir o lo que ya ha pasado, un continuo vaivén en el tiempo. No es que tenga que evitar que los sonidos, las incomodidades o los pensamientos aparezcan, ya que surgen de una manera natural, son productos de mi mismo y de ese momento, sino que no tengo que dejar que eso se convierta en mi, que acabe siendo yo, que me deje arrastrar con un pensamiento, con un ruido o con cualquier otra cosa, allá donde éste quiera llevarme, sin que lo pueda controlar.
Si eso me sucede, en mi vida será lo mismo, cualquier acto diario estará condicionado por lo que me pase y me dejaré arrastrar por la circunstancia que sobrevenga en ese momento. Un pitido en el coche, un mal gesto, una preocupación, los otros... Seré lo que las circunstancias quieren que sea. Meditar ayuda a cambiar esa dinámica.
Al meditar cortamos la ilusoria línea del tiempo que condiciona nuestro presente, nos conectamos durante un rato con nuestra esencia, que vive sin pensamiento en el aquí y el ahora, nos observamos, estamos pendientes de nosotros mismos, cosa que nunca hacemos, escuchamos a nuestro cuerpo y no a nuestra mente. En realidad sí la escuchamos, pero no le hacemos caso, dejamos que los pensamientos pasen tal y como vienen. Les damos la bienvenida y en el mismo acto les despedimos.
En este sentido, conviene recordar que meditar tampoco es luchar contra nada. En realidad no habría que luchar nunca contra nada, solo aceptar que todo es y que yo no soy las consecuencias o lo que esté pasando, sólo soy el que decido cómo me afecta.
Lo normal es que estemos todo el rato yendo de un pensamiento a otro, del pasado al futuro en un vaivén constante e inevitable, sin control. Esa ya es nuestra vida habitual y la meditación está precisamente para eso, para cortar con ese trasiego mental agotador que lo único que consigue es que no vivamos la vida que hay, la que tenemos, la de este momento, la del ahora.
Al empezar esa práctica vivencial, lo primero que nos encontramos en ese nuestro momento, lo más natural y por últimas lo más utilizado, es la respiración. Es constante, sensiblemente diferente cada vez, nuestra, única, viva, eterna. Podemos intentar sólo sentirla, observarla sin provocarla, dejarla que sea. Sube... baja.... se detiene un segundo o dos y..... sube.... baja.... y se vuelve a detener, esta vez quizá un poco menos ... y vuelve a subir .... Y me siento. Una pequeña sensación en un brazo o en la espalda o... y baja... Es aburrido y aparentemente monótono.
Al instante, pensamiento tras pensamiento comenzarán su asalto a nuestra fortaleza, nuestro "aburrido" presente. Y a menudo nos encontraremos con que llevamos un buen rato donde nuestro problema, conflicto, preocupación, obligación, ... nos haya querido llevar y diremos, "vaya por Dios, me ha vuelto a pasar". Y pasará, pasará una y otra vez, una y otra vez, día tras día, incluso cuando parezca que ya hemos avanzado algo, recaeremos de nuevo.
Nada se consigue sin esfuerzo. Y también sucederá que poquito a poco iremos acortando ese tiempo, esa manipulación, ese acoso. Y por instantes bloqueemos ese pensamiento, nos hagamos amos de la situación y dirijamos nuestra atención hacia donde nosotros queramos. Y digamos "no mente, ahora soy yo quien quiere centrarme en algo, no vas a conseguirlo". Y esa mente alocada dominada por nuestro otro yo irá claudicando muy lentamente, en la medida que le demostramos quién manda. Es obediente pero necesita mano dura.
Estará siempre al acecho, cual alimaña hambrienta, dispuesta a recuperar el trono perdido o alimentarse nuevamente de nosotros, alejándonos de ser, de dirigir nuestra propia vida.
También es muy útil centrarse en un pensamiento, un mantra. Puede ser del tipo "soy un ser de paz" o cualquier pensamiento positivo o frase bonita que queramos para nosotros mismos. Repetirla, sentirla, llenarnos de ella, siendo uno con ese deseo. Una oración es un mantra, una proyección, una visualización, ... Las técnicas son muy variadas.
Los 3 principales trabajos y dificultades que uno se enfrenta cuando quiere meditar son:
- Ponerse. La constancia, encontrar el momento, el tiempo, el espacio. Contra eso poco se puede decir. Cuando uno quiere hacer algo, simplemente lo hace y encuentra el momento. Sí conviene empezar con pocos minutos y en el mismo momento del día, preferiblemente con el estómago vacío y por la mañana.
- Cuando uno ya lo ha conseguido y está sentado viene lo peor, dejar fluir la mente.
Observarnos nos ayuda a conocernos, a ver qué pensamientos nos perturban. Por eso a menudo nos cuesta tanto, porque al miramos nos reconocemos, y a menudo nos sentimos impotentes antes la avalancha y además no nos gusta lo que se nos viene, que como siempre, son rencores, juicios, preocupaciones, los que le dije, lo que debería haberles dicho, lo que le voy a decir, por qué no se lo dije, se va a enterar, este es un....
Es mejor mirar para otro lado, a dónde?.... al vecino!! Ese sí que tiene defectos... Al sacárselos todos, más los que nos inventemos o imaginemos, nos sentiremos un poco menos mal, porque ya se sabe, "mal de muchos consuelo de tontos". Y vaya si lo somos!
Hay que estar preparado para meditar. Al mirar adentro quizá nos veamos, y quizá no nos guste del todo. Nuestra mente llena de juicios y prejuicios, de rencores, de fantasías, de postergaciones, huidas, de actos imperdonables e imperdonados, ...
- No esperar frutos. Estos aparecen de la manera más insospechada. Tendemos a esperar siempre un resultado concreto por un trabajo. Eso es lo que siempre nos han enseñado, pero esto no funciona así. Hay que entender que hemos tirado una piedra al "lago del encuentro con nosotros mismos". Cuando rebotará? dónde? por qué lado vendrá la onda? de qué magnitud? Al esperar entramos de nuevo en la ilusoria línea del tiempo. La línea que cortamos cuando, meditamos, cuando estamos sólo en este momento. Qué podemos esperar que pase al meditar o a consecuencia de ello? Si empleamos la palabra "esperar", ya estamos yendo por el lugar equivocado. Nosotros simplemente actuamos, ponemos de nuestra parte. Y? Quizá eso haga que no enfermemos, que nos vayan mejor las cosas, cambiemos algunos hábitos, estemos más atentos a nuestras sensaciones, atraeremos mejores personas a nuestra vida o quizá simplemente nos sintamos un poco mejor. O cualquier otra cosa. Quizá nunca seamos conscientes de por dónde nos viene la onda y nos sintamos mal por ello, porque no "controlamos", no manejamos la situación y eso nos incomoda. Habrá que estar más atento a partir de ese momento, porque sin duda, algo cambia.
Aquí intervendría el agradecimiento. Sentirse agradecido por TODO lo que somos es una manera de nos esperar más de lo que ya tenemos, que si un día nos tomamos la "molestia" de escribir, nos daremos cuenta que podemos llenar folios.
Meditar es agradecer, es confiar, es entregarse a la vida y lo que ésta nos quiera traer, porque de alguna manera, en ese momento nos hacemos uno con todo, aceptamos lo que somos, el "ego" que hemos creado durante estos años y le damos la mano. Nos volvemos algo más conscientes de que nosotros no somos eso, NO SOMOS nuestros pensamientos. Somos su creador.
Hay cientos de frases bonitas como esta que acabo de leer. "El ego dice: cuando todas las cosas estén en su lugar yo encontraré la paz. El espíritu dice: encuentra la paz y todo lo demás estará en su lugar".
Otra cosa. Meditar es una experiencia personal, nadie te puede contar nada porque cada uno tiene su propia vivencia. Cada uno encuentra su forma, su manera, su estilo, su para qué. Y a cada uno le vale a su propia manera.
Tan sólo hazlo, como todas las cosas que quieras conseguir en la vida, con la mayor constancia posible. El tiempo que puedas pero con plena consciencia. Merece la pena.
Algo tan importante, tan desconocido, incierto pero enriquecedor. Imprescindible para acceder al otro lado de nuestra conciencia, conectar con la fuente de todo para aprender a conocernos, objetivo final de nuestra vida aquí. Algunas reflexiones sobre personales sobre todo esto.